OEA
Résumé: En una era donde la tecnología converge con la vida cotidiana, el tejido mismo de una sociedad digital estable requiere la protección de las redes y dispositivos que soportan los procesos democráticos. Incluso los países que usan tecnología limitada al realizar sus elecciones enfrentan riesgos cibernéticos para la integridad electoral. Este tema requiere una seria consideración incluso en esas circunstancias limitadas. Uno de los procesos democráticos más visibles es el ciclo electoral.
Hasta hace poco, el debate sobre la ciberseguridad y el ciclo electoral se centraba principalmente en la votación electrónica y la transmisión de resultados preliminares: los países con procesos electorales en papel se consideraban, en gran medida, libres del riesgo de ciberataque. Sin embargo, las tecnologías que se utiliza en las elecciones cambian potencialmente con cada ciclo electoral, al igual que los adversarios y sus herramientas.
En el nivel más básico, el uso de la tecnología en las elecciones implica el registro de votantes, partidos y candidatos, así como de sitios web de los Organismos de Gestión Electoral (OGE). La conexión de estos sistemas a Internet los vuelve más vulnerables a los ataques de ciberseguridad.
Si no están asegurados adecuadamente, se convierten en objetivos fáciles y se utilizan como una herramienta para cuestionar la validez de partes del proceso electoral o incluso la elección misma en algunos casos. Es fundamental garantizar la confianza de la ciudadanía para lograr mantener la seguridad pública en el proceso y es integral para que se acepten los resultados de las elecciones.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Mancomunidad, al ser dos organismos regionales, reconocen la necesidad de garantizar que sus Estados Miembros sean conscientes de la amenaza que enfrentan sus democracias en este entorno digital, y que estos estados consideren qué acciones pueden ser necesarias para sus planes estratégicos y respuestas.