Résumé: Muchos ciudadanos han tomado la desición de evitar ver las informaciones en las mañanas o simplemente cambiar de canal, lo cual representa la mejor demostración del hastío ciudadano, ante la creciente proliferación de asaltos, encerronas, salidas de banco, homicidios, y persecuciones que terminan en horribles accidentes o en víctimas inocentes.
Nos encontramos ante un verdadero espiral de violencia frente al cual no queda claro cuáles son las verdaderas propuestas por parte de la autoridad; más bien somos testigos de una suerte de manejo comunicacional, como si este tipo de hechos pudieran ser explicados mediante la exposición de estadísticas, gráficos, porcentajes de delitos y por último, una que otra comparación con países cuya realidad dista enormemente de la nuestra.
Si bien el crimen organizado es un fenómeno en expansión, el tratamiento y la manera en que este se debe enfrentar constituye una prerrogativa a nivel de cada país.
Chile enfrenta una situación de anomia, en la cual conceptos como la autoridad son debatidos y relativizados, olvidando que toda sociedad civilizada dispone de instituciones a cargo de velar por el orden y la seguridad, los cuales deben contar con el irrestricto apoyo por parte de las autoridades, el cual más allá del aporte en materia presupuestaria, debe manifestarse claramente respecto de un elemento rector en toda sociedad, como es el respeto a la autoridad legítimamente facultada por el estado para imponer el orden y la seguridad ciudadana.
La seguridad es, y será siempre, una prioridad país, por lo anterior resulta doblemente lamentable ver como las autoridades han centrado su agenda comunicacional por casi un mes en discutir problemas derivados de escandalosas situaciones de corrupción, las cuales por importante que sean, no pueden detener, ni distraernos con respecto a nuestras reales prioridades como país.